Las cooperativas eléctricas fueron sumando a lo largo de su historia múltiples prestaciones adicionales a los servicios públicos respondiendo a necesidades de la comunidad en material de salud, educación y cultura, entre otras.
Más de 600 cooperativas eléctricas en todo el país brindan este esencial servicio a millones de argentinos, mayormente habitantes de pequeñas y medianas localidades. Y la historia muestra, además, que las eléctricas fueron sumando a lo largo de sus más de ocho décadas de historia otras prestaciones (telefonía, gas, agua, etcétera) configurando un vigoroso movimiento solidario de servicios públicos que cimentó las posibilidades de crecimiento y desarrollo de centenares de comunidades en todo el país.
Sin embargo el aporte de las cooperativas a sus comunidades no se agota en estas prestaciones. Las entidades solidarias, como expresión genuina de la organización colectiva, gestionan cada actividad con un objetivo social más que económico. Obviamente esto no exime la eficiencia que aplican a la administración de los recursos y, precisamente, esa eficiencia permitió que a lo largo de los años, se fuera constituyendo un capital económico que expresa, ni más ni menos, que el fruto del esfuerzo acumulado por la comunidad organizada en la cooperativa.
Así, y en virtud de que las decisiones no se adoptan con criterios economicistas, las cooperativas pueden emprender proyectos que una empresa comercial ni siquiera consideraría. Pero, claro está, hacen posible alcanzar una ecuación económica viable fundamentalmente por la fortaleza que da la ayuda mutua. En ese marco, la lista de respuestas creativas y originales que se dan en cooperativas a planteos concretos de la sociedad son innumerables.
“En muchas comunidades la propuesta de servicios sociales que las cooperativas desarrollan para sus asociados es tan positiva y rica desde el punto de vista de la gestión y de los beneficios que los mismos aportan, que las convierten en verdaderas cooperativas multiservicios. Y esta es una realidad que debe observarse y valorarse desde las dificultades que plantean los contextos socioeconómicos, legales y de regulación en los que éstas actúan. Pues ante su complejidad, hostilidad y exigencia, las cooperativas reaccionan creando nuevos servicios sociales”, apunta Fabián Tissoco, uno de los responsables del balance social de FACE.
El que abrió caminos
Una de las primeras actividades sociales encaradas por cooperativas fue la de sepelios. Los servicios fúnebres ponían en apuros a familias que no podían afrontar el costo del mismo, especialmente en localidades donde el operador era único y podía fijar de ese modo el precio en el máximo nivel posible. No fue fácil la instalación de servicios cooperativos en este rubro. FACE llevó adelante una intensa acción legal y política para enfrentar múltiples denuncias de empresas de servicios fúnebres que involucraba a cooperativas con prácticas reñidas con las disposiciones de la Ley de Defensa de la Competencia. Haciéndose eco de la posición de las empresas comerciales, en junio de 1982 la Secretaría de Comercio emitió una resolución en la que dictaminaba que si las cooperativas que prestan el servicio de sepelio lo hacen en conexión o dependencia directa con el servicio eléctrico, ello le otorga una posición dominante y vulnera la ley.
En la argumentación legal sostenida por la federación en aquel momento se sostenía que “la cooperativa presta distintos servicios de acuerdo con su objeto social, pero todos estos servicios están en un mismo pie de igualdad; ningún servicio tiene ataduras con otro servicio, ningún servicio está subordinado a otro, como dice la denunciante. La cooperativa es una sola y presta los servicios sociales que la comunidad necesita y le requiere: es decir, que una cooperativa de servicios públicos no es la suma de pequeñas cooperativas que prestan distintos servicios. Las cooperativas de servicios públicos representan la concreción de la asociación de los propios consumidores organizados para prestarse distintos servicios sociales, de los cuales carecen o necesitan”.
Tras esa lucha, con final feliz para el sector solidario, la prestación de sepelios por parte de cooperativas se consolidó y los servicios sociales se multiplicaron. Cabe destacar, por caso, la importancia que adquieren los servicios de traslados por emergencia y atención de alta complejidad. En pueblos pequeños y medianos del interior de las provincias, contar con una ambulancia que resuelva con la premura que la gravedad de ciertos casos impone, el traslado de enfermos hacia centros de alta complejidad instalados en las grandes ciudades es imprescindible. Y las cooperativas lo hacen posible. Basta imaginar el costo de un traslado de alta complejidad afrontado en forma individual comparado con el que surge de gestionar colectivamente una prestación de esa naturaleza. Enfermería, bancos de ortopedia, atención primaria, vacunatorios, bancos de sangre, farmacia, son otros de los rubros con presencia del cooperativismo.
La cultura y la educación son también áreas en las que las cooperativas de servicios públicos incursionaron a pedido de los vecinos. Bibliotecas populares, centros culturales, educación y capacitación presencial y a distancia, son algunos ejemplos. En este último rubro hasta se contempla la cursada de carreras universitarias en algunos casos, hecho que permite a jóvenes de pequeños pueblos evitar la migración hacia las ciudades donde se sitúan las casas de altos estudios.
Hay cines sostenidos por cooperativas de servicios públicos, ofreciendo a la comunidad una alternativa de entretenimiento, diversión y formación imposible de imaginar en localidades pequeñas o medianas sin la intervención de una entidad solidaria. Además de salones de actos y usos múltiples, centros deportivos y de recreación, plazas y el apoyo consecuente y permanente a las expresiones del arte y el festejo popular, por ejemplo, en los casos de fiestas locales y regionales que siempre tienen en las instituciones cooperativas a un activo promotor de estos encuentros.
“Las cooperativas de servicios públicos han mostrado su compromiso ydesarrollado una variedad de servicios a sus asociados. Mientras crecían fueron agregando valor a su objeto inicial, primero sumando las viviendas, el crédito, luego los servicios de sepelios, más tarde los cementerios o los nichos en estos, la telefonía, internet, televisión, consultorios médicos, ambulancias, cobranzas, como también servicios culturales, de capacitación y de educación”, señala Dora Caeiro, miembro de la de la Subsecretaría de Acción Cooperativa Provincia de Buenos Aires.
Por su parte, Eduardo Fontenla, vicepresidente del Colegio de Graduados en Cooperativismo y Mutualismo (CGCyM) sostiene que “es muy importante poner en valor la sintonía que las cooperativas tuvieron y tienen a favor de la competitividad sistémica, la cohesión social, la buena administración y la sostenibilidad ambiental. Las cooperativas de electricidad por su historia y anclaje local están llamadas a brindar estos múltiples servicios porque son organizaciones que conocen las necesidades y expectativas de las comunidades”.
Fuente: Revista Colsecor