TOMA NORTE SE CONVIERTE EN BARRIO PARA PODER CRECER

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En Toma Norte la precariedad y el paso de los años se viven con cierta naturalidad. En breve, 500 familias  de este barrio, de un total de 1000 en toda la ciudad, darán el salto: les entregarán las escrituras de sus tierras. Sin embargo, no se muestran soprendidos. Hay cosas que ya se hicieron, dicen, y mandan un mensaje, como con la mirada puesta en el sacrificio realizado. “Acá todo es entre nosotros. Nos ayudamos entre vecinos” es la frase que se repite entre la gente en este punto de la capital.

El barrio que surgió de un loteo social y creció hacia sus extremos con tomas de terrenos fue noticia porque forma parte de un ambicioso plan de regularizaciones. En no mucho tiempo, unas 500 familias accederán a las escrituras de sus tierras.

Entre la parte más alta de la barda y la cancha de Maronese, en el extremo norte de Melipal, se levanta este barrio que creció en forma exponencial en los últimos años. Muchos llegaron porque el Municipio les dio los lotes, otros porque algún familiar vivía allí, había tierra disponible y decidieron forjar su destino con los suyos; y otros porque compraron, sin saber que la venta era ilegal, y se quedaron.

La noticia de que podrán adquirir la tierra en la que viven y luego acceder a la escritura no parece deslumbrarlos. Si bien saben que es importante y necesario para ser dueños legítimos, igual se sienten propietarios desde hace mucho tiempo. “Tengo la tenencia. Hace siete años que vivo acá, la casa la construimos nosotros”, contó Judit Urrutia, quien trabaja en un almacén.

Servicios

Todavía con muchas carencias, el barrio creció en su día a día; la permanencia exigió el desarrollo y ,con ayuda del Estado, hoy tiene mucho de lo que un barrio urbanizado exige. Los vecinos más viejos están hace ocho o nueve años, otros un poco menos. Cuando se conformó el loteo social se les entregó la tierra sin servicios, y poco a poco se fue trabajando pero no alcanza todavía a todos. A algunos no les falta nada, otros no tienen gas pero sí la luz, o tienen el agua pero no tienen cloacas.

Si bien estas diferencias se dan entre los mismos vecinos que están a escasos metros unos de los otros, aspiran a tener todo para vivir mejor. No demuestran enojo, tampoco resignación, sino una costumbre que suelen soportar: “Pero bueno, otra cosa no nos queda, no nos molesta porque hay que seguir viviendo, hay que ir a trabajar, volver y estar acá”, resumió Jorge Ortiz.

Esfuerzo

Por el barrio circula el ramal 7 del colectivo. Es el vínculo con el resto de la ciudad. No llega televisión por cable, pero sí satelital, y un gran porcentaje de viviendas tienen antena de internet en el techo.

Muchas de sus calles son angostas y descienden desde la barda, en varias esquinas los pretiles son parte del paisaje. “Los camiones vienen bajando y se terminan tragando los árboles, metiéndose en las casas. Bajan alcoholizados y rompen todo”, contó Nilda Uribe.

Si bien hay un puñado de casas del Plan Federal, la mayoría fueron hechas por los propios vecinos. “La casa que tenemos la hicimos nosotros, nos ofrecieron el terreno y vinimos para acá, en ese momento estábamos sin trabajo y llegamos. Hace un año pusimos el almacén. Es poco pero vivimos. Es tranquilo, cuando pasa algo siempre estamos para ayudarnos”, relató Rosa Gómez, otra más de las que alude a la solidaridad entre los vecinos.

Fuente: www.lmneuquen.com.ar