La Federación Argentina de Cooperativas de Electricidad (FACE) realiza en San Martín, un congreso nacional, al que concurren más de un centenar de entidades, todas ellas asociadas a la federación y provenientes de 15 provincias.
La idea del encuentro, que se lleva adelante en el Centro de Congresos Francisco, es debatir la realidad que atraviesan las cooperativas, dominada por el difícil equilibrio que resulta de la ecuación entre facturación y calidad del servicio.
La agenda de debates del congreso, que comenzó ayer y culmina hoy gira en torno a tres ejes principales: política energética, problemática laboral y política institucional.
“Nos visita más de un centenar de cooperativas eléctricas de todo el país que viven realidades muy distintas, ya que mientras algunas tienen 60.000 asociados en su red eléctrica, otras subsisten con menos de 500 usuarios”, explicó José Álvarez, presidente de FACE y también de la cooperativa eléctrica Alto Verde: “El desafío es encontrar puntos en común para que la experiencia de unos le sirva a otros y sacar de acá una agenda de propuestas para arrimarle al Estado”, dijo.
En Mendoza, el servicio eléctrico a lo largo del territorio provincial se reparte entre once empresas distribuidoras: nueve de ellas son cooperativas eléctricas y las dos restantes -Edemsa y Edeste- son sociedades anónimas, aunque esta última funciona con una filosofía cooperativista. Así, el 30% de los usuarios mendocinos son atendidos por cooperativas, muchas de ellas rurales y que abarcan vastos territorios.
“El congelamiento de las tarifas no nos permitió desarrollar una mejor calidad del servicio y muchas veces, la misma prestación estuvo en riesgo”, explicó Álvarez: “Con el sinceramiento de las tarifas hubo un desahogo financiero así como un impacto negativo en el bolsillo de muchos de nuestros asociados. Por eso ha sido imprescindible la tarifa solidaria”, agregó.
Armando Boatti, vicepresidente de FACE destacó el compromiso social de las cooperativas: “En medio del congelamiento de tarifas muchas cooperativas apelaban a los créditos para ampliar o renovar líneas y otras, se abrieron a nuevas prestaciones. Así sobrevivieron muchas y hoy la apuesta es a encontrar un equilibrio entre la boleta y el servicio».
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