LLUEVA MUCHO O POCO, EL AGUA SIEMPRE TRAE PROBLEMAS EN NEUQUÉN

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Vecinos de los asentamientos 2 y 7 de Mayo viven a la orilla de un cañadón repleto de basura. Los milímetros que cayeron ayer revivieron el fantasma de las inundaciones.

Los tres milímetros de lluvia de la madrugada de ayer y los caídos luego a la tarde pusieron en alerta a los vecinos que viven en el cañadón de los barrios 2 y 7 de Mayo. Los creyentes rezaron para no repetir el calvario de la noche del 9 de abril de 2014 y su remezón, el 19 de noviembre del año pasado. “Mi marido había hecho la defensa y después la amplió hacia allá”, señaló Noemí mostrando el sur del cañadón que se reduce a no más de un metro de ancho, serpenteante, lleno de basura, con varios perros merodeando y por cuyo cauce corre un agua de color gris.

Las calles que cruzan el canal no tienen nombre. Algunas casas tienen agua corriente y los sistemas de distribución de energía son precarios. “Yo vivo hace doce años en Neuquén y hace 7 que estoy acá, hemos hecho la defensa con hormigón porque cuando fue la crecida casi perdemos la casa”, contó Cintia quien junto a sus hijos cuenta las peripecias que vive para “salvar” su vivienda hecha de material a metros del vértice del canal pluvial.

Lidia Cerda vive pegada al canal, en la parte que está revestido. “Mi hija compró este terreno y yo ahora se lo estoy pagando, no me quiero ir de acá, a lo sumo que me saquen una parte del patio”, reclama porque, precisamente, entre el límite del cemento y el alambrado de su casa no hay más que un par de centímetros.

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Donde finalizan los 300 metros de canal cementado hay un megacartel que soportó con estoicismo el viento. Habla de una inversión de $15 millones y que se inició en julio con una duración de seis meses. Tiene un puente en una calle sin nombre y luego finaliza en la nada, en una depresión del terreno que luego conduce hacia San Lorenzo, cuya laguna, en teoría cosecharía los desbordes de este canal cuando trae agua desde lo más alto de la barda norte. Tiene tres azudes perforados con caños de PVC para que el agua que baja a gran velocidad de la barda, frene su ímpetu y la caída hacia el sur sea más pacífica.

Esta obra no está terminada porque faltan las barandas que protegen el canal hecho de cemento de un metro y medio de profundidad de quienes transitan por la superficie. Carla contó que su hijo de un año y seis meses “casi se cae porque se vino caminando y como no está hecha la protección, menos mal que lo vimos antes”. Cuenta que en la crecida del 2014 el lugar era un río de lodo y que la fuerza del alud se llevó “hasta una cocina” y varias casillas de madera a las que derribó desde la base.

Isaac Vilmonte habla desde unos cinco metros de altura. Está trepado en una pared que construye con una precisión envidiable. El dueño de la casa le pidió un fundación de más de un metro y medio sobre la cual se inicia la base de la casa. Está a centímetros del fondo del canal.

El cañadón es una depresión natural que corre casi en paralelo a Racedo. Quienes viven allí sufren la ley del gallinero: “en verano los mosquitos son insoportables porque el agua sucia nunca deja de correr”, indicó Noemí.

A la Justicia para saber en qué estado están los pluviales

El Defensor del Pueblo de Neuquén, Ricardo Riva, presentó ayer una acción de amparo contra la municipalidad para solicitar información sobre la actualización del Plan Maestro de Saneamiento Pluvioaluvional de la Ciudad. El pedido se había realizado en septiembre, tras una reunión del organismo con vecinos, representantes de sociedades vecinales e integrantes del consejo asesor, Caesyp, en la que pidieron acordar obras prioritarias e información sobre sus tiempos de concreción.

“Nunca obtuvimos respuesta o se nos dio información parcial. Estamos pidiendo saber qué realizó el municipio tras el último temporal de octubre de 2016”, sostuvo Riva.

El último Plan Maestro data del 2001, cuando la ciudad tenía alrededor de 203.000 habitantes y no existían entonces muchos de los barrios y desarrollos inmobiliarios actuales. “Hoy han transcurrido 16 años y, en ellos, la ciudad ha evidenciado un crecimiento descomunal, siendo la ciudad que presenta la mayor tasa de crecimiento a nivel país”, se planteó el amparo. Continuó que “este desarrollo urbanístico han dejado obsoletas aquellas consideraciones tenidas en cuenta por los profesionales que desarrollaron el Plan Maestro y que, por tal motivo, necesita una revisión íntegra que permita contar con datos fidedignos de la realidad en base a los cuales proyectar nuevamente la ciudad en materia pluvioaluvional”.

La presentación de la Defensoría indica que la problemática se acentúa en los barrios Confluencia, Belgrano, Centro Sur, Río Grande, Huiliches, Rincón de Emilio, Islas Malvinas, San Lorenzo Sur, La Sirena, Don Bosco, entre otros, “como así también en aquellos asentamientos que se sitúan al pie de barda con el riesgo de desmoronamiento y aludes, según lo demuestra la experiencia”.

“Si bien cada sector posee sus propias características, lo que resulta una constante es la falta de planificación integral de la ciudad en materia pluvioaluvional”, se explicó en la presentación judicial.

El amparo cuestiona que la municipalidad no contestó las notas presentadas, lo que consideró “un incumplimiento grave por parte de los funcionarios intervinientes ya que lo solicitado reviste carácter de información pública ambiental y como tal merece un especial tratamiento”.

Entre los planteos realizados por los vecinos, indicaron la falta de mantenimiento de desagües, el entubamiento de canales y la Ruta 22, que actúa como “dique de contención”.

Una casa en altura para no inundarse

Adrián Cerda vive por encima del nivel del canal. “Hice estas defensas para evitar las crecidas”, contó y mostró que para hacer nivel con el borde externo del canal, las rellenó de tierra y arriba tiene su casa.

En cuclillas sobre el borde del paredón mira hacia el norte, desde donde proviene el agua que se desliza con fuerza hacia el lado sur.

Pese al peligro se niegan a mudarse

Cintia vive hace 7 años en el terreno ubicado en el cañadón. “Tuvimos que hacer la defensa para evitar que el agua nos coma los cimientos”, dijo y agregó que cuando reclama ante las autoridades de vivienda le dicen que debe mudarse. La casa está construida en forma impecable con materiales permanentes.

Cemento y arena para detener el agua

Noemí muestra la obra de albañilería que hizo su esposo para poder defender su casa de una crecida mal conducida por el cañadón. El paredón tiene un metro y se observa que está sobre otro más reducido. Es de hierro y cemento. Su vecino de tiene varias bolsas con arena que colocó de urgencia en la lluvia del 2014 y quedaron en forma permanente.

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