GENERACIÓN DE ENERGÍA IN SITU: ¿UN BENEFICIO PARA EL USUARIO?

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“Generar” electricidad en los hogares, establecimientos o empresas y “vender” el excedente a la red eléctrica, hasta hace poco tiempo era una posibilidad exclusiva de los países desarrollados. Hoy es una realidad también para Argentina.

A través del Decreto 986/2018 el Gobierno Nacional habilitó la instalación de equipos de generación distribuida, tales como paneles solares, para la generación de energía eléctrica para el autoconsumo, a partir de fuentes de energías renovables. Además autoriza el libre acceso a la red de distribución eléctrica para inyectar eventuales excedentes de energía limpia.

Ante este nuevo panorama las preguntas frecuentes son ¿ahorro dinero inyectando a la red? ¿Cuánto tiempo tardo en recuperar la inversión? Las respuestas son difíciles de precisar debido a que aún no están establecidos los precios de venta de energía autogenerada por el usuario.

Si bien es muy razonable esperar una disminución del valor de la factura de electricidad, el rendimiento de los equipos fotovoltaicos y el nivel del consumo energético de cada usuario abren un abanico de diferentes escenarios de rentabilidad del sistema. Por un lado, el país presenta distintas regiones que reciben un nivel de radiación diferente a lo largo del año con lo cual la producción de electricidad también será diferente. Técnicamente se habla de zonas que reciben de 2 a 7 “Horas Solares Pico” a lo largo del año, horas en las que el sol llega con una potencia de 1000 W/m2 al sistema de generación y permite al panel solar producir energía eléctrica con buenos rendimientos. Por otro lado, el perfil de consumo energético difiere de hogar dependiendo del tipo de aparatos eléctricos que posean, la eficiencia energética de los mismos y los hábitos de consumo.

Bajo estas condiciones se podría hablar de rendimientos y consumos medios para un determinado lugar del país y de esa forma ser un poco más certero en los números finales de ahorro, sin dejar de ser una estimación basada en promedios generales.

Por ejemplo, con una instalación de 8 paneles con una potencia pico total de 2000W se podría cubrir las necesidades de energía eléctrica de un hogar tipo (heladera, televisor, microondas e iluminación) con un consumo promedio de 200 kWh/mes a un valor de $100 por W instalado. En ese caso, el retorno de la inversión podría estirarse hasta los 10 años con una vida útil de hasta 25 – 30 años. Esto depende fuertemente del precio al cual el consumidor-generador estaría inyectando a la red (de acuerdo a contratos con distribuidoras), del tipo de incentivos para la adquisición de los equipos generación y de la estabilidad económica que permita rentabilidad de este tipo de inversiones a mediano plazo.

En líneas generales se puede decir que la generación distribuida permitirá descentralizar el sistema eléctrico actual, reducir la saturación del transporte eléctrico y, según el escenario de producción y consumo, volcar excedentes a la red permitiendo al usuario ahorrar en facturas y amortizar el sistema.

Para ello es necesario instrumentar en los siguientes pasos un esquema de descuentos de excedentes que consideren los ahorros del sistema de distribución. Varias provincias han avanzado en esquemas regulatorios y han generado antecedentes. En particular este régimen nacional propone el balance neto de facturación que compensa la energía consumida con el valor de la energía inyectada a la red, el cual deberá discutirse en profundidad.

Para implementar eficientemente el modelo de generación distribuida se requiere facilitar el acceso a financiamiento de estos sistemas a fin de dar impulso a mercados regionales de tecnología limpia y baja en carbono, industrias locales de accesorios de montaje e instalación, así como de mano de obra especializada que abre la puerta a nuevas ofertas académicas (terciarios/universitarios) y laborales.

En definitiva, la generación distribuida puede contribuir ampliamente a la sostenibilidad beneficiando al ciudadano al aliviar sus costos del servicio y al traccionar un modelo de ciudad inteligente donde la tecnología y mecanismos de articulación multisectoriales favorecen al ambiente reduciendo la huella de carbono.

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