En los barrios pobres de América Latina es común ver miles de cables ilegales de electricidad entrecruzados colgando en una maraña de conexiones sin fin.
Pero en Loteamento Vitória, un asentamiento urbano en Teresina, en el noreste de Brasil, destaca algo muy particular: los cables que llevan la energía a los hogares están en el suelo, expuestos entre la arcilla roja y una línea de ferrocarril por la que los niños caminan para ir a colegio.
Entre las 203 familias es fácil encontrar personas que ya han perdido televisores, DVD, ventiladores (esenciales en una ciudad calurosa como Teresina) o refrigeradores. Son grandes pérdidas para quienes viven con tan poco, pero eso no se compara con el temor de un accidente grave. En la temporada de lluvias, todos corren el riesgo de un corrientazo mortal. «Hace unos días se electrocutó un caballo”, cuenta Francisco Alves, de 66 años, que vive de lavar automóviles.
Mientras tanto, en los barrios ricos de Teresina y otras ciudades brasileñas, hay también quienes hacen gatos o gambiarras, que es como se conocen en Brasil estas conexiones eléctricas irregulares. Entre estas casas elegantes, la ilegalidad de las conexiones es más sofisticada: es oculta, refinada y hecha por personas que podrían pagar la factura, pero que optan por engañar al sistema.
El problema es que quienes hacen estas conexiones clandestinas pueden causar daño a otros y hasta sufrir las consecuencias ellos mismos, pues los gatos deterioran la calidad de energía para todo el mundo, desgastan más rápido los transformadores y terminan por hacer pagar más a quienes sí están dentro de la legalidad. Peor aún, no siempre reconocen que están haciendo algo malo.
Sólo en Piauí, las pérdidas causadas por fraude, robo y errores en los contadores ascienden a 120 millones de reales (unos US$38 millones) al año. En todo Brasil, la cifra puede ascender a 15 mil millones de reales por año (US$ 4,7 mil millones).
Riesgos y beneficios
Descubrir y abordar estos casos exige actuaciones de la policía, órdenes judiciales, inspecciones. «Ya hemos descubierto a funcionarios y otras autoridades (robando electricidad)», dice José Salam, coordinador local de Energy+, un proyecto conjunto de Eletrobras (empresa eléctrica del Estado) con el Banco Mundial.
«La diferencia entre estas personas y los habitantes de un lugar como Loteamento Vitória es que los consumidores pobres quieren ser regularizados. Ellos pagan puntualmente porque quieren tener sus electrodomésticos funcionando bien «, añade.
Por eso, resolver el problema de las tomas ilegales, tanto visibles como ocultas, es fundamental. En Loteamento Vitória, por ejemplo, las obras comenzaron la semana pasada. El proyecto operará hasta 2017 en 118 ciudades de seis estados brasileños, un área del tamaño de Colombia y Bolivia sumadas.
«La electricidad tiene muchas ventajas, pero también peligros. Con una red de mejor calidad, los electrodomésticos no se queman más, los jóvenes tienen la luz para estudiar y el recibo de luz sirve como prueba de residencia», dijo Christophe de Gouvello, experto en energía del Banco Mundial.
Por ser familias de renta baja, los vecinos de esta comunidad disfrutarán de tarifas con descuento, recibirán focos ahorradores y se les dará directrices para el uso consciente de la energía.
Además de la educación, el proyecto también invierte en tecnología para modernizar las redes de distribución, resolver más rápido las fallas y las interrupciones del servicio y medir el consumo de manera más eficiente. En los hogares de todas las clases sociales se están instalando nuevos medidores.
En penumbras
Aunque el 96% de los habitantes de la región tienen electricidad, 24 millones de latinoamericanos todavía no tienen acceso —legal o ilegal— a las redes de energía eléctrica.
La regularización de los abonados y un uso más eficiente de la energía son una prioridad para Brasil, un país donde se consume el 40% de la electricidad de América Latina y que ha vivido ya durante varios meses la amenaza constante del racionamiento. Y también para toda la región, donde se espera que el uso de aumente un 550% en 2050.
Argentina, Haití, México y Paraguay están recibiendo inversiones similares a la de Brasil, tanto para mejorar la infraestructura como para re-educar a los consumidores. Las actividades se desarrollan tanto en zonas rurales como en las ciudades, precisamente para que las conexiones eléctricas clandestinas sean cada vez menos comunes.
Fuente: Diario El País