TEST: ¿CUÁNTA ENERGÍA CONSUME UNA CASA?

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Con el objetivo de avanzar en la implementación de una etiqueta sobre eficiencia energética en viviendas argentinas, se está llevando adelante una experiencia piloto en 500 hogares de la ciudad de Rosario.

El etiquetado energético de viviendas ya se utiliza en varios países europeos con el fin de calificar a una construcción respecto a su consumo de energía, determinado por las condiciones edilicias. Especialistas del INTI participan de una experiencia piloto en Santa Fe para que, a futuro, las viviendas argentinas puedan exhibir esa información.

Hoy en día, los electrodomésticos que se comercializan en Argentina cuentan con una etiqueta que los clasifica: de máxima eficiencia (Clase A) a mínima (G). La idea es que el comprador de un inmueble o futuro inquilino pueda conocer con anticipación el nivel de consumo energético de una vivienda, del mismo modo que al comprar una heladera o aire acondicionado.

Con el objetivo de avanzar en la implementación de una etiqueta sobre eficiencia energética en viviendas argentinas se está llevando adelante una primera experiencia piloto en 500 hogares de la ciudad de Rosario.

“En cada una de las viviendas registramos principalmente cuestiones edilicias tales como, espesores de paredes, materiales de construcción empleados, orientación de las aberturas y además se registra el equipamiento activo, tales como estufas o equipos de aire acondicionado”, explica Tomás Bernacchia del Centro de Construcciones del INTI.

La información recabada se vuelca en un programa que permite simular la cantidad de energía por metro cuadrado que necesita el inmueble para satisfacer necesidades de calefacción, refrigeración, agua caliente sanitaria e iluminación. Además, cuantifica el aporte de energías renovables no convencionales, en caso de contar con instalaciones para tal fin.

Un aspecto central es determinar las condiciones de aislación térmica, es decir la “cáscara” que delimita el espacio interior del exterior del edificio—conformada principalmente por techos, muros y ventanas—. “Si una casa está abrigada, es decir que cuenta con un nivel de aislación térmica adecuado, perderá menos calor y eso se relaciona directamente con la eficiencia energética de la vivienda”, resume Bernacchia.

“Lo que no va a cuantificar la etiqueta es el gasto del equipamiento que agregue el usuario, ya sea que utilice gas o electricidad para funcionar. El resultado de la etiqueta es la demanda específica de energía primaria, en kWh/m2 año. La etiqueta expresa la cantidad de energía que se utiliza desde la fuente primaria, de donde se realiza la extracción de recursos naturales para la generación de la misma, que a través de procesos de trasformación, y transporte finalmente llega a nuestros hogares” expresa Bárbara Brea de INTI, que también forma parte del equipo de trabajo junto con Inés Dolmann y Vicente Volantino del INTI, otros representantes del Instituto, la Secretaría de Estado de Energía de Santa Fe, la Comisión Nacional de Energía Atómica y el Ministerio de Energía y Minería de la Nación.

Los resultados de esta primera experiencia permitirán determinar un Índice de Prestaciones Energéticas (IPE), que se utilizará como parámetro para el etiquetado. En paralelo el INTI está trabajando, junto al Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM), en la redacción de una normativa nacional y también tanto en la confección de manuales como en la capacitación a profesionales en la temática.

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