SUPERAR LA MENTALIDAD DE QUE EL CALENTAMIENTO GLOBAL LO VAN A ARREGLAR LOS DEMÁS

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En alza cada año, las emisiones globales de gases de efecto invernadero ya son un 133% más que en 1970. El desafío es encontrar una respuesta eficaz, aceptada por todas las naciones, guiada, a su vez, por una autoridad global.

Activistas fuera del recinto de sesiones de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el cambio climático realizada en Marruecos en 2016 (AP)

El Observatorio de Mauna Loa (Hawai) del gobierno de los Estados Unidos, nos alerta diariamente informando que el stock de emisiones de CO2 acumuladas en la atmósfera son ahora un 22% mayores a las vigentes en 1980. Nos acercamos aceleradamente al valor critico de 450 ppm (es decir, «partes por millón»), ya que en 1980 estas emisiones que envuelven la Tierra alcanzaban apenas a 338 ppm, mientras que en junio de este año ya treparon a 412 ppm, el valor más alto registrado hasta ahora.

En la década del 80, las emisiones acumuladas aumentaban anualmente en 1,6 ppm, mientras que en los últimos años vienen creciendo mucho más: 2,2 ppm por año. Recordemos que 450 ppm es el valor que no debe ser superado si queremos que la temperatura mundial no aumente de una manera peligrosa para la vida en esta Tierra.

Los desastres ambientales -sequías, inundaciones, temporales e incendios- vienen aumentando en todo el planeta. Al mismo tiempo, las evidencias indican que la contaminación global que rodea a la Tierra también sigue creciendo año a año.

Para tener una idea de la gravedad de la crecientes emisiones anuales de CO2, globalmente contaminantes de nuestra atmósfera, basta decir que estas emisiones anuales ya son un 133% mayores a las de 1970.

El consumo creciente de combustibles fósiles ha venido jugando un papel preponderante en el incremento de estas emisiones, que antes de la Revolución Industrial eran casi nulas. El importante crecimiento de las energías limpias es una buena noticia, pero este crecimiento no tiene aún la magnitud requerida para reducir en términos absolutos el consumo de carbón, petróleo y gas, que seguirán aumentando en los próximos años.

Los compromisos propuestos por los países no alcanzan para cumplir las metas del Acuerdo de París (2015), ya que significarían un aumento de la temperatura mundial de 3 grados, cuando la barrera máxima que no debemos cruzar es de 2 grados.

La tarea a enfrentar no es fácil, ya que requiere movilizar grandes inversiones en infraestructura y en nuevas tecnologías con bajas emisiones de carbono y, al mismo tiempo, avanzar por el sendero de la conservación y la reducción del consumo de combustibles fósiles, desarrollando energías “limpias” y reduciendo el consumo de energía por unidad de producción.

Es decir, necesitamos avanzar por el sendero no sólo de la eficiencia sino también de la conservación energética.

Las últimas proyecciones de emisiones de CO2, basadas en las políticas mundiales vigentes y en las propuestas de compromisos del Acuerdo de París, indican que no son compatibles con el cumplimiento de este Acuerdo, ya que las emisiones anuales de CO2 continuarían creciendo y llegarían a un máximo recién en 2040. Se trata de las últimas proyecciones de la Agencia Internacional de Energía y del propio Departamento de Energía de los Estados Unidos. Estas proyecciones significarían una agudización de la tendencia al aumento en la temperatura del planeta, hecho grave para la vida en la Tierra.

Lo notable es que la propia administración de los Estados Unidos esté desmintiendo las afirmaciones presidenciales sobre la irrelevancia del cambio climático.

La agencia oficial a cargo del “US-Global Change Research Program” difundió recientemente el “Fourth National Climate Assessment (NCA4), que afirma: “Desde el NAC3 han surgido fuertes evidencias de un continuo y rápido calentamiento, causado por la actividad humana, de nuestra atmósfera y de los océanos”.

El NAC4 es claro al sostener, basado en numerosas evidencias, que “es extremadamente probable que las actividades humanas, especialmente la emisión de gases de efecto invernadero, sean las causas dominantes de este calentamiento registrado desde mediados del siglo XX. No existen explicaciones alternativas basadas en evidencias observadas”.

Cuando se enfrenta esta contaminación ambiental de una enorme magnitud que nos afecta a todos, es evidente que las soluciones que deben encararse son de difícil acuerdo y ejecución.

No es fácil ejecutar eficazmente una solución global, respetada por casi 200 países, ya que es evidente la extendida vocación a ser free rider (“colado”), es decir que el esfuerzo lo hagan los otros.

Esta amenaza ambiental global requiere una inmediata respuesta que sea aceptada por todas las naciones. Y esta respuesta global requiere, para ser realmente efectiva, una autoridad también global.

Encarar la amenaza del cambio climático requerirá un gran esfuerzo de todas las naciones. Lástima que Donald Trump no piense así.

Esperemos que en la próxima reunión de Naciones Unidas, que tendrá lugar en el mes de diciembre, en Katowice (Polonia), se logren acuerdos realmente efectivos que nos permitan dejar de preocuparnos por estas mediciones diarias de Mauna Loa.

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