RENOVABLES: DÓNDE PONER EL ESFUERZO PÚBLICO

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La sanción de las Leyes Nacionales nros. 26.190 y 27.191 resultó ser el debut legislativo de las Fuentes Renovables de Energía Eléctrica. Si bien es cierto que existen antecedentes vinculados a la temática, el desembarco definitivo ha sido el citado.

Claro está que toda política pública tendiente a superar la “pobreza energética”, cumplir con los parámetros internacionales de “energía sostenible” (ONU), incorporar acciones “amigables con el ambiente” y pensar en las “generaciones futuras” ha de ser bienvenida.

Con diversas miradas, y multiplicidad de intereses, la instauración de las “renovables” es un paso disruptivo del éxito innovativo en el sector, y una prueba de la evolución tecnológica hacia un mejor futuro en términos de humanidad.

En materia de macrogeneración el precio medio de contratos por energías renovables en el Mercado Eléctrico Mayorista (MEM) ronda los u$s 71/MWh, frente a un costo de abastecimiento en el mismo mercado de u$s 74/MW. Inclusive las adjudicaciones más recientes de contratos de renovables (2018) alcanzan una media de u$s 60/MWh. Concretamente un escenario de precios “aceleradamente” decrecientes (en 2017 se pagaba u$s 151/MWh).

La República Argentina cubre casi el 95% de su territorio con proyectos en ejecución y/o en producción de energías renovables, sean solares, eólicos, biogás o pequeños aprovechamientos hidráulicos, etc., y tiene un notorio potencial de oferta frente a la demanda proyectada, no obstante ello el aporte real de las renovables a la matriz energética nacional aún no alcanza el 2%. Queda sin duda aún un largo camino que recorrer a nivel macrogeneración, pero los datos son alentadores.

La microgeneración posee tiempos más aletargados para su establecimiento en la Argentina. Los productores domiciliarios (consumidores/usuarios), llamados prosumidores, serán nuevos actores en el sector eléctrico en la medida que se consolide su desarrollo -diversas regulaciones específicas ya los contemplan (véase también Ley Nacional nro. 27.424)-.

Existen disponibles para estos pequeños productores fuentes de generación de energía eléctrica renovable (híbridas, con inversores, o “on grid”; “off grid” –aislados-) que hacen posible que un usuario domiciliario pueda abastecerse total o parcialmente, e inclusive volcar a la red sus excedentes de generación.

Para producir unos 6 KWh diarios, lo que implicaría con un consumo responsable cubrir con energía renovable el 50% de la demanda domiciliaria media, un usuario deberá invertir en la actualidad unos u$s 10.000 para el equipamiento inicial –fotovoltaico- (el eólico podría superar este coste medio en microgeneración por razones de escala, y obra civil asociada), más unos u$s 500 cada tres años para un banco de baterías acorde.

Bajo este esquema la tasa de recuperación del capital resulta excesivamente extensa para usuarios domiciliarios microgeneradores que en la actualidad están abonando un promedio de u$s 0.099KWh; sea que entregue KW a la red o ahorre en su compra (inclusive considerando la Ley de Naam que indica que el costo de producción de energía fotovoltaica es decreciente en casi un cincuenta por ciento por quinquenio; y la eventual quita total de subsidios).

Con realidades económicas tan dispares la señal a mediano término parece ubicar el futuro de las renovables más cerca de la macrogeneración que de la microgeneración para la resolución de problemas sociales (acceso, ambiente, sustentabilidad). Países como Alemania ya han optado por los modelos de gran escala (plantas), los cuales con la actual tecnología disponible han producido durante varias oportunidades al año más energía que la consumida por ese país en ciertas horas del día; y como dato adicional, podemos agregar que la media del consumo de KWh de Alemania es cubierta en un 40% con producción de origen renovable a nivel macrogeneración.

Con todas las opciones sobre la mesa es tiempo de que las políticas públicas de la Argentina superen el umbral de lo que es posible legislativamente (micro y macrogeneración) y encaminen los esfuerzos estamentales hacia un único método de producción de energía eléctrica de fuentes renovables, resultando recomendable dejar la microgeneración en la esfera de los derechos individuales, y poner la macrogeneración renovable en el centro de atención político – público –presupuestario- de la Nación. Es razonable así, comenzar a pensar que la creación de fondos públicos, otorgamiento de exenciones o beneficios tributarios y el financiamiento estamental, esté direccionado a la satisfacción de necesidades sociales de alcance general a través de la macrogeneración, dentro de un sistema de servicio público eléctrico concebido de manera integrada. Una conclusión impuesta por el “simple rumbo de la economía”.

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