LA TELARAÑA ELÉCTRICA QUE CASI SE DERRUMBA

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El apagón de la semana pasada dejó dudas sobre la confiabilidad del sistema en el Alto Valle. Las inversiones corren desde atrás a los tarifazos.

El jueves de la semana pasada el Alto Valle sufrió un apagón como hace años no tenía. Cuando las altas temperaturas derretían el pavimento de toda la región no fueron pocos los barrios de Neuquén, Cipolletti y otras ciudades que se quedaron sin electricidad. Las causas, esta vez, fueron fortuitas: una falla dejó fuera de servicio un transformador con apenas tres años de uso.

La solución también fue fortuita: el flamante transformador de la ET Gran Neuquén, que estaba a días de ser conectado, sirvió de reemplazo para el equipo averiado y fue la repuesta “rápida” que consiguió el EPEN.

El apagón fue más leve de lo que se preveía. El desperfecto sacó de conexión uno de los tres transformadores de la ET Alto Valle que es una pieza clave para el abastecimiento eléctrico de la zona. En caso de no haber conseguido el transformador de repuesto, el EPEN tendría que haber mandado a buscar uno que se repara en Mendoza y los plazos para la solución hubiesen puesto en jaque la paciencia de vecinos y comerciantes.

Una conclusión apresurada puede sugerir que el sistema eléctrico en el Alto Valle no ofrece todas las seguridades que parecía dar. Ciudades como Roca o Plottier experimentaron en los últimos años –la primera producto de las limitaciones de transformación– graves problemas de abastecimiento, algo que sin embargo para Neuquén (que desde hace tiempo paga una de las tarifas más cara del país) fue toda una novedad.

En la capital neuquina el servicio goza de una buena reputación aún durante las épocas de alto consumo eléctrico. Pero lo ocurrido la semana pasada dejó un manto de dudas flotando.

El servicio eléctrico suele ser complejo de entender. Para los usuarios la cara visible del servicio son las empresas a las que le pagan todos los meses la factura (CALF, Edersa y otras), sin embargo los problemas pueden llegar desde la generación o desde el transporte. También es cierto que las responsabilidades de mantener un sistema “sano” es de todos los organismos intervinientes.

El jueves pasado la falla se produjo en equipos que son responsabilidad del EPEN en su rol de transportista.

Sostener un buen servicio fue el argumento central que utilizó el gobierno nacional para autorizar los tarifazos eléctricos, primero en la generación y luego en el transporte. La línea de explicación fue sencilla: el sistema eléctrico es deficiente porque las tarifas fueron pisadas durante la década kirchnerista y las empresas prestadoras no pudieron generar caja para invertir.

El planteo resultó ser parcialmente cierto. El esquema, que incluyó una emergencia eléctrica, tenía en la mira el servicio del Gran Buenos Aires donde el promedio de horas de corte anual por usuario triplicaba los valores aceptados. Esa escena, con un servicio realmente deficiente, arrastró al resto del país al mismo barro, incluso a zonas donde las tarifas ya tenían un peso sustancial.

En el esquema anterior el gobierno no autorizaba aumentos de tarifa pero se comprometía a enviar fondos para obras de mejoras, una cuenta que apenas se movió. Sin embargo en la región las últimas obras eléctricas que se iniciaron tuvieron como respaldo aquellos fondos prometidos de lo que se conoció como convergencia tarifaria, un modelo que buscaba regionalizar valores y que cayó en desgracia rápidamente.

La emergencia eléctrica, la primera medida del ministro Juan José Aranguren, venció en las pri meras semanas de este año. Si bien los cortes en la zona más afectada (Gran Buenos Aires) se redujeron respecto de los años más críticos (2012-2013), el año pasado volvieron a superar los guarismos de 2015.

La sensación general comienza a ser que las mejoras del sistema corren de atrás a la curva de aumentos.

Sin estadísticas

A diferencia de Río Negro, la provincia de Neuquén no cuenta con un ente regulador del servicio eléctrico. El proyecto, de un organismo de control, tuvo idas y vueltas en los últimos gobiernos, pero nunca llegó a buen puerto. De hecho es unas de las pocas provincias del país que no tiene uno.

Si bien el poder concedente es municipal dentro del territorio neuquino, un ente regulador podría hacer un seguimiento de la calidad de las prestaciones. Uno de los aportes más deseables es la creación de un régimen estadístico que entregue una radiografía del servicio anualmente.

Así se mide la calidad del sistema: promedio de horas anuales de cortes por usuario. El Ente Provincial de Regulación de Energía (EPRE) de Río Negro lleva adelante esta medición y los números reflejaron malos resultados en las tres distribuidoras rionegrinas. Como respuesta el gobierno aplicó severas multas el año pasado tomando en cuenta esos indicadores.

En Neuquén solo el EPEN es controlado, como transportista, por el ENRE y por Cammesa en laimage_content_9390318_20180222090921s estaciones transformadoras. En el caso de las empresas que transportan energía se las penaliza por el número de fallas en las líneas y por las horas de indisponibilidad en los transformadores. La empresa provincial tiene uno de los mejores registros en el sistema interconectado nacional.

Sin embargo como distribuidora, al igual del resto de las que prestan el servicio domiciliario en la provincia (CALF y las cooperativas de Plottier, Cutral Co y Zapala), no tiene un organismo de control.

Jueves oscuro

Recién por estas horas se conocerían las causas definitivas de la avería que dejó sin luz a grandes sectores de Neuquén la semana pasada. El desperfecto ocurrió en uno de los tres transformadores de 30 MW que hay en la ET Alto Valle, donde comparte predio con las centrales térmicas operadas por la firma Orazul.

Según anticipó el presidente del EPEN, Francisco Zambón, la falla ocurrió en un aislador (la salida hacia media tensión). El origen creen que estuvo en el montaje del equipo, que apenas acumulaba tres años de uso cuando suelen tener una vida útil de 40 años.

El hecho fue considerado extraordinario ya que el transformador gemelo no sufrió ninguna consecuencia.

De no haber existido un transformador disponible, algo que no ocurre generalmente en este negocio porque son equipos hechos a pedido y muy costosos, la suerte del apagón hubiese sido otra. Si bien hay imponderables como en cualquier otro sector, el aumento de las tarifas obliga a las empresas a cumplir con su parte del trato.

En números

30 MW aportaba el transformador que se rompió. Es uno de los tres equipos de la Estación Transformadora Alto Valle.

16 estaciones transformadoras de 33 a 13,2 kV administra el EPEN en toda la provincia.

La cara visible del servicio eléctrico suelen ser las distribuidoras, sin embargo las fallas pueden provenir desde el transporte o la generación.

Potencia de respaldo para otro pico de demanda en la región

Ante la urgencia del jueves pasado, el EPEN dio aviso a Cammesa del desperfecto. El organismo nacional que controla el mercado eléctrico resolvió enviar uno de los equipos de respuesta rápida. Se trata de un convoy de 27 camiones con generadores que aportan 20 MW de potencia instalada. La mitad de los equipos quedaron en Plottier y la otra parte en Río Negro.

Las autoridades del EPEN, junto a funcionarios rionegrinos, solicitaron que el soporte móvil se quede en la región ante el próximo pico de demanda que llegará en marzo con la fruticultura funcionando a pleno. Históricamente la región tuvo dos picos de consumo: marzo y julio. Desde hace unos pocos años se sumó enero por la multiplicación de aires acondicionados.

Los equipos enviados por Nación son los que comenzaron a contratar durante el kirchnerismo para hacer frente a los constantes cortes del suministro en la zona del Gran Buenos Aires.

Una fuente del sector aseguró que no hay forma de atender a un desperfecto poco usual, como el que ocurrió el jueves pasado, ya que es antieconómico tener un transformador de repuesto por cada estación transformadora.

Al tratarse de equipo muy costosos suele utilizarse como backup un solo transformador para varias ET. El caso de la ET Alto Valle, que tiene 90 MW, es estratégico porque en caso de no poder sostener esa potencia no hay forma de abastecer los sectores apagados desde otras estaciones.

Haber contado con un transformador de repuesto que estaba sin rodaje resultó ser tan fortuito como la falla de un equipo casi nuevo.

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