EL IMPENSADO POTENCIAL DEL SUBSUELO URBANO

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Aprovechar la energía que se genera en la infraestructura debajo de las ciudades y, de este modo, construir un modelo energético más autónomo, limpio y sostenible en su territorio, tal es el objetivo de la asociación Madrid Subterra. Las claves.

A nivel mundial, en la actualidad, más de la mitad de la población vive en ciudades. Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), esta tendencia continuará en alza y se estima que, para 2050, el 70% residirá en áreas urbanas. Por su parte, toda la actividad de las ciudades, ya sea la iluminación de hogares, edificios y calles, el mantenimiento de la red de transporte público o cualquier otro aspecto de la vida citadina que se piense necesita, de forma directa o indirecta, un gran volumen de energía.

De acuerdo con un informe del Club Español de la Energía, mientras las ciudades ocupan el 3% de la superficie del planeta, el consumo energético de las mismas representa el 67% de la demanda global. Sin duda, las urbes son las grandes impulsoras de una producción por la que, de momento, no hacen mucho para reducir. Conforme al mismo documento, el sector energético es el causante de cerca del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y, por tanto, junto a las ciudades, son los mejores candidatos para contribuir con soluciones que reduzcan dichas emisiones.

Del otro lado del océano, en la ciudad de Madrid, una asociación busca hacerle frente a este destino con una propuesta un poco inusual: aprovechar los recursos del subsuelo urbano para proveer de energía a las ciudades y, de este modo, construir un modelo energético más autónomo, limpio y sostenible en su territorio. Bajo el nombre de Madrid Subterra, un conjunto de empresas, colegios profesionales y universidades, con la colaboración de la administración pública, tomaron la difícil tarea de promover la utilización de un recurso que ocupa la mente de una porción muy pequeña de la sociedad.

A prueba y error

Cuando repasa el origen de la asociación, su gerente General, Armando Uriarte, comienza por decir que este fue fruto de la curiosidad: «En 2013, Javier Rubio de Urquía hoy, socio de honor de Subterra empezó a preguntarse si se aprovechaba toda la energía que se genera en las infraestructuras subterráneas y, viendo que no se utilizaba, comenzó a preguntar por qué». Desde su cargo de coordinador General de Sostenibilidad y Movilidad del Ayuntamiento de Madrid, Rubio consultó a empresas energéticas y especialistas. Junto a su equipo, investigó experiencias en los Estados Unidos, Japón y los países nórdicos. Finalmente, llegó a la conclusión de que valerse de la energía del subsuelo era factible y viable, solo que contaba con muy poca prensa.

Después de compartir sus conclusiones con diversos actores, Rubio logró convocar 16 socios con los que fundó la asociación en octubre de 2014. «Inicialmente, buscamos atraer ideas y proyectos con un concurso donde se premiara a los mejores para luego impulsarlos. El fin último es crear un sector, un tejido económico en torno del aprovechamiento de las energías del subsuelo», aspira Uriarte.

Sin embargo, lo de la competencia no les funcionó tan bien. «Hemos cambiado el foco porque, en 2016, hubo menos candidaturas y menor calidad en las mismas. Lo que estamos haciendo ahora explica Uriarte-es colaborar directamente con la Universidad Politécnica de Madrid para, por un lado, captar todo el talento y los proyectos que ya existan en esta temática y, por el otro, para que la universidad colabore con los propietarios de las infraestructuras subterráneas el metro, las redes de agua, etc. a fin de investigar y desarrollar innovaciones que exploten el potencial de las energías residuales». Actualmente, están elaborando un inventario de los estudios y proyectos realizados en el ámbito de la universidad.

Geotermia somera

Aprovechar la frenada de los trenes del metro o generar electricidad a partir de la red de agua potable pueden ser formas de energía renovable urbana, pero, si hubiera que nombrar a la más importante, esa seguramente sería la geotermia somera.

Tal como su nombre lo indica, se trata de un tipo de energía que está muy próxima a la superficie. A diferencia de la geotermia profunda, no está asociada a zonas termales o volcánicas, sino que su principal ventaja es que se puede encontrar en la totalidad de la corteza terrestre. Lo que hace la geotermia, conocida también como de baja entalpía, es servirse de la temperatura constante del subsuelo (unos 17° a partir de los 15 metros de profundidad) para extraer o disipar calor, pudiendo ser empleada para la climatización de casas, edificios o barrios enteros a través de bombas de calor geotérmicas o sistemas de almacenamiento subterráneo de energía térmica.

En el Polideportivo del barrio de Moratalaz, ubicado al sudeste de Madrid, uno de los socios desarrolló un proyecto de climatización de la piscina cubierta y generación de ACS (agua caliente sanitaria) mediante la explotación térmica contenida en la red de aguas residuales próxima a las inmediaciones del centro. Con una inversión de unos 400.000 euros, la empresa energética Eneres (encargada de esta labor) propuso la instalación de una enfriadora que tiene un funcionamiento similar a los aires acondicionados. «Consiste en acumular el calor de estas infraestructuras, recogerlo y luego cederlo a un fluido que puede ser agua a una cosa que se llama intercambiador de calor, como un radiador o conjunto de tubos. El agua absorbe el calor de esa instalación y lo lleva al punto final de consumo», aclara Uriarte. Gracias a esta tecnología, el polideportivo ahorra 70% de la energía que antes era consumida por medio de calderas a gasoil y reduce sus emisiones de dióxido de carbono en hasta 60%.

Uno de los conceptos que motoriza la promoción de estas iniciativas es el de district heating, que hace referencia a un sistema de producción centralizada de calor y frío proveniente de fuentes renovables que se transporta mediante redes subterráneas para abastecer la demanda de calefacción, agua caliente sanitaria y/o frío de una comunidad.

Para hacer efectiva tal ambición, señala Uriarte, es indispensable un marco legal que los acompañe. En Madrid, aún faltan regulaciones y, si bien hay emprendimientos aislados en otros países europeos, no son estimados al nivel de otros basados en energía solar o eólica. «Por ejemplo, ahora mismo, hay una directiva europea (EPBD: Energy Performance of Buildings Directive) que dice que, para 2020, el 100% de los edificios públicos tienen que consumir solo energías renovables y en estas normativas no están incluidas las energías del subsuelo porque todavía no son reconocidas como tal», agrega el ejecutivo.

En este sentido, Uriarte encuentra en la generación de masa crítica una de las vías para que el sector público desarrolle estrategias de planeamiento urbano en torno a este concepto: «Al final, lo que necesitas es que vayan surgiendo muchos pequeños proyectos para generar conciencia y que esto anime a las administraciones y a las empresas a apostar por este tipo de energías».

El proceso de innovación abierta que lanza Madrid Subterra, en palabras de Uriarte, consiste en un «proyecto de largo recorrido». Y agrega: «Madrid Subterra es un proyecto urbano. Ahora mismo, está en Madrid, pero queremos que sea exportable a cualquier ciudad. Que mañana se llame Buenos Aires Subterra o New York Subterra y, en ese sentido, tener intercambio de experiencias entre ciudades sería un buen punto para nosotros. No es una cosa que yo vea en el corto plazo».

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