ESTUDIAN CÓMO URBANIZAR AL LADO DE LOS YACIMIENTOS
El caserío más bien despojado que crece junto a la barda, el rumor constante del viento y el quejido metalizado de las cigüeñas de bombeo son una metáfora del contraste. Gente pobre que vive literalmente pegada a pozos petroleros. Es así desde mediados de la década pasada. Centenares de personas que avanzaron sin prisa y sin pausa hasta instalarse, en algunos casos, junto a los pozos. Nadie elige del todo vivir así. La necesidad explica cierto desparpajo en el gesto de asentarse en medio de un yacimiento.